Por Graciela Bailliet
En el año 1990, con un poco miedo, me animé a reunirme con el Director del IMBICE, el Dr. Néstor O. Bianchi, para pedirle trabajo. Yo lo había conocido en la Escuela de Ambiente y Patología Ambiental y él, aceptó ser mi director en una Beca Inicial de CONICET. Aquel momento constituía el inicio de la técnica de PCR y mi primer año de Beca pasó haciendo pruebas con baños termostáticos a distintas temperaturas, con enzimas Taq que eran termosensibles. Adquirimos en el IMBICE un ciclador térmico y los kits de amplificación y así todo comenzó a funcionar maravillosamente. Se publicaron los primeros trabajos de ADN mitocondrial y se conoció la primera secuencia completa, que fue desde ese momento la secuencia de referencia. Esto abrió la puerta al trabajo con ADN mitocondrial en Argentina.
El Dr. Bianchi conocía a Raúl Carnese de otras épocas y sabía que estaba trabajando en poblaciones aborígenes de Argentina. Lo convocó a una reunión en la Sala de Seminarios del IMBICE. Fue agradable recibirlo con esa tranquilidad simpática que lo caracterizaba, y a través de su charla algo melancólica nos interiorizamos sobre el trato con las comunidades. Detalló la importancia de comunicarse honestamente y la necesidad de evacuar dudas y resquemores.
Eran momentos en los que las comunidades se sentían observadas con maledicencia por los investigadores, desconfiaban del uso que se haría de sus muestras, creían que las cosas que los investigadores encontraran podrían resultar en un beneficio económico, que no iba a trasladarse a las comunidades.
Raúl había publicado un trabajo con relación al ADN mitocondrial de las comunidades mapuches de Río Negro, en colaboración con otros investigadores. En esa reunión se pautó trabajar con muestras de otra localidad. Nos habló sobre las características y la historia de la población. En esta charla, Raúl, me mostró el lado humano del estudio de genética de poblaciones.
En esa época teníamos una gran ansiedad por saber cómo se comportaban genéticamente las poblaciones americanas. Nos preguntábamos cosas tan básicas como cuántos linajes mitocondriales había en América, de dónde venían, por dónde habían ingresado y cuándo. Era 1993 y Raúl estaba muy involucrado y entusiasmado en la organización de las Primeras Jornadas de la Asociación de Antropología Biológica de Argentina, en las cuales, a instancias de él, presenté los primeros resultados de mi trabajo. Esos primeros años fueron de mucha ansiedad, había una gran presión por presentar los primeros resultados. Y básicamente, publicamos unos de los primeros trabajos sobre los linajes maternos en 1994, se publicaron los primeros trabajos de los linajes paternos en 1995 y 1997. Se puede decir que nuestra colaboración fue fructífera y fue un verdadero gusto contar con la experiencia y la calidad humana de Raúl.
Posteriormente Raúl formó su grupo especializado en los estudios genético-poblacionales de Argentina, no solo las poblaciones aborígenes, si no también las poblaciones urbanas, pero esto es material de otros investigadores.