Cuando finalicé mi carrera de grado en la Universidad de la Patagonia tenía el claro objetivo de formarme en el área de Genética Forense. Luego de mucho perseverar logré entrenarme y trabajar en esa temática, no obstante, ese no sé qué de alma investigadora, por así decirlo, – siempre con la dualidad entre lo aplicado y las ciencias básicas- me insitía que debía hacer un doctorado. Por medio de mi estimada colega la Antropóloga Dra. Silvia Dahinten, con quien la vida me ha vuelto a reunir años después en Puerto Madryn, por ese entonces en el año 2004 se contactó con el Dr. Raúl Carnese para que mantuviéramos una reunión y plantear la posibilidad de encarar un proyecto doctoral. Chica afortunada si las hay, los planetas me alinearon en el momento justo en el que el Equipo de Investigación de Carnese había ganado un Proyecto UBACyt que contemplaba la posibilidad de incorporar un becario doctoral. Nunca voy a borrar de mis retinas aquella primera visita a Puán, ese edificio desmembrado con un pasillo interminable de afiches colgantes, vendedores ambulantes y palomas en las aulas. Me invadió una mezcla de sensaciones entre lo bizarro y lo surrealista donde los “hippies” vendían artesanías en las escaleras que me llevarían al cuarto piso donde estaba la oficina del famoso Antropólogo Biólogo Dr. Francisco Raúl Carnese ¿Que hace una bióloga en Filosofía y Letras? Entre los nervios y un poco de humor por ese particular e inesperado entorno, llegué a destino. Ese primer día Raúl no estaba en su oficina pero me recibió muy cálidamente la Dra. Alicia Goicoechea, conversamos sobre mis antecedentes y el tema a desarrollar en mi posible futura tesis “El sistema HLA” cuando de repente sonó el teléfono y era “el Jefe”, quien le preguntó a Alicia si yo estaba con ella, y si tenía buenas calificaciones! Claramente eso último era parte del humor de Raúl que aún no tenía el placer de conocer. A los pocos días tuvimos una reunión formal, ese señor me era tan familiar, sonriente, apasionado y a la vez extremadamente correcto. No pude dejar de hacer una inmediata analogía con mi padre (en ese momento ya fallecido) quien considero que junto a Raúl han sido las personas más nobles, éticas y de gran corazón que la vida me ha dado la grata oportunidad de conocer y sobre todo de aprender.
El famoso Dr. Francisco Raúl Carnese tenía la sencillez que solo las grandes personas saben tener, aquellos que no temen compartir el conocimiento y al contrario alientan que algún día (aunque difícilmente) algún discípulo lo pueda superar.
Transitar el doctorado no fue fácil, ya que ningún miembro del equipo conocía la temática desde el aspecto técnico-científico. Gracias a la amistad entre Raúl y el jefe del servicio de Histocompatibilidad del Hospital de Clínicas, el Dr Faimboin, tuve la suerte de entrenarme en la compleja técnica de tipificación de los marcadores genéticos de HLA. Muchas veces desalentada por los pobres resultados obtenidos en el laboratorio, llegaba a desahuciada a la FFyL para conversar con Raúl sobre mi desdicha, y este Señor era como “la luz en el camino”, sin dudas de una inteligencia excepcional combinada con pasión por la ciencia y la curiosidad, él tenía esa capacidad de ver lo que un ciego no puede… y esa frase increíble “pero mira vos que interesante lo que se ve en este marcador (genético)..” y ahí todo giraba para el lado del entusiasmo. Un don que pocos tienen y que es saber contagiar “la pasión”, ver siempre lo interesante del asunto, por más pequeño que sea, la visión positiva y el empuje de Raúl fueron motor fundamental para el avance de mi trabajo.
Fervoroso defensor de la ciencia argentina, muchas veces le he cuestionado no incentivarme más a publicar en revistas internacionales o motivar más nexos con el exterior, pero hoy como investigadora me siento en la dualidad repitiendo ciertas frases del Maestro tal como “estamos investigando lo que quieren las revistas del hemisferio norte”, “no tenemos que vendernos por unas muestras”, “defendamos la ciencia latinoamericana”, “hay que producir conocimiento local”.
Raúl no era precisamente una persona religiosa pero no puedo dejar sonreír al recordarlo suspirar detrás del panel que separaba a su oficina del área general con frases tales como “ay Dios Mío”, “santo Dios”, casi desesperanzado, cosa que a la vez daba bastante miedo ya que era altamente probable que estuviera leyendo alguno de nuestros trabajos. Raúl me pedía que le entregara las cosas impresas para su revisión, y es así como mis artículos y tesis doctoral fueron meticulosa y prolijamente corregidos en lápiz color negro con una impecable caligrafía… párrafos con asteriscos que llevaban al pie de página con grandes explicaciones y contribuciones.
Hoy sé que mis primeras producciones eran merecedoras de sus plegarias o más probablemente maldiciones al cielo, pero Raúl jamás desmereció ni la peor de mis presentaciones, hoy sé que eso es tan valioso para la autoestima y la motivación de quien se está formando como cuando se da reconocimiento por un buen trabajo.
En marzo del 2019 Raúl me envió exhaustivas revisiones de un importante manuscrito, con la misma dedicación que siempre lo hacía y lleno de valiosos aportes.
Un ejemplo nacional de la Ciencia e Investigación, de una ética intachable, docente apasionado, y uno de los mejores seres humanos que la vida me dio la oportunidad de conocer. Gracias Raúl por darnos el privilegio de trabajar con vos, por todo lo que nos diste y seguís dando, porque sembraste la semilla de la pasión en todos los que estamos siguiendo tu legado, siempre en nuestro corazón y extrañando tu sencillez, buen humor cálida sonrisa.
María Laura Parolín
Investigadora Adjunta CONICET. Licenciada en Ciencias Biológicas de la Universidad de la Patagonia y Dra. de la Universidad de Buenos Aires, FFyL. Departamento de Antropología. Durante los años 2005-2011 fui parte del equipo de Antropología Biológica dirigido por el Dr. Raúl Carnese, quien fue mi director de Becas Doctoral y Postdoctoral. Durante ese período también fui docente de la Cátedra de Antropología Biológica y Paleoantropología de la FFyL, UBA.
Desde el año 2012 trabajo en el Instituto de Diversidad y Evolución Austral del CCT Cenpat-CONICET de Puerto Madryn.